Con la entrada en vigencia de la normativa Euro 7, la industria automotriz ha sufrido de una gran incertidumbre. Especialmente por la pérdida de competitividad que implicaría para el viejo continente. ¿Los líderes de la Unión Europea tomarán cartas en el asunto?
La nueva normativa Euro 7 ha endurecido su política en materia de emisiones para automóviles. Por lo que la industria automotriz ha elevado un reclamo advirtiendo que esta adaptación a las nuevas medidas implicaría un costo mucho mayor a las empresas. Sin duda, esto las posicionaría en una clara desventaja respecto a las fábricas y compañías que operan fuera de Europa.
Luca de Meo pide a los líderes europeos que la industria automotriz no pierda competitividad
El presidente de la Asociación Europea del Fabricante de Automóviles (ACEA), Luca de Meo, fue uno de los primeros en manifestar su descontento. Por ello, elevó un reclamo a los líderes de la unión europea argumentando que la Euro 7 implicaría un costo cercano a los 20 y 35 millones de euros.
Este gasto también se vería reflejado en el precio final al consumidor. Según ACEA, el cliente vería un aumento de 2 mil euros en los coches nuevos con motores a combustión.
¿Una normativa sin sentido? La visión de la Asociación Europea del Fabricante de Automóviles
La Asociación Europea del Fabricante de Automóviles no haya sentido en la implementación de la nueva normativa Euro 7. Según su visión, esta se encuentra muy lejos de brindar beneficios ambientales concretos. Pero favorece el aumento de la complejidad e incertidumbre de los inversores de la industria automotriz.
Para ellos, la normativa Euro 6, que aún se encuentra en vigencia, tiene mayor potencial de impacto en materia ambiental. De hecho, en conjunto con la aceleración de los vehículos eléctricos, representa una reducción del 80% de emisiones de NOx para 2035.
Mientras que la Euro 7 solo lograría complicar aún más el panorama de la industria automotriz. El aumento de los precios, que perjudicaría a la oferta, también implicaría un recorte al acceso del público sobre estos bienes. En resumen, las personas evitarían cambiar sus coches viejos, lo que contribuiría a perpetuar los índices de contaminación. Precisamente lo que busca evitar.
En la misma línea, la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) también manifestó su preocupación. Esta medida podría ser un auténtico desafío para la industria automotriz española. Debido a que las plantas nacionales, como Stellantis, se especializan en la fabricación de coches pequeños, cuya demanda es más sensible al precio.
Por último, también preocupa que esta medida reduzca los esfuerzos por implementar y mejorar la tecnología eléctrica en la industria automotriz. Restará esperar la opinión final de los líderes de la Unión Europea.